El toma y daca

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Que tendrá los políticos españoles que tanto les hierven la sangre. No hay día o mes que no tengamos que disfrutar del espectáculo vergonzoso de insultos, desprecios, acusaciones, infamias, falsedades y una letanía de otros muchos pecados que siempre son ajenos y nunca propios. Y, mientras tanto, la sociedad se contenta con unos cuantos programas de "reality", o con los cotilleos de quién o cuál, todo menos la seriedad que requieren los muchos temas pendientes en la España moderna.
No se habla de una manera dialogada de lo que se quiere o se desea como territorio nacional, interregional o de cualquier otra índole; se usa las leyes y la justicia como arma arrojadiza sin menosprecio a las consecuencias que ello trae. Pero de todos lo males, es el peor el de la falta de honradez en reconocer la realidad que se ve fuera pero no dentro. Todos los medios internacionales han descatado los problemas acuciantes a los que se enfrenta España, y aún asi, el gobierno se empeña en no reconocer la magnitud de la crisis, el partido de la oposición se osfuca en sus rabietas de partido con ansias de poder y los sindicatos se ciegan con sus deseos de autosalvación.

España es diferente, no hay duda, tanto que no se reconoce a si misma.

Ha sido tú; No, tú; No, tú

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Cuando somos niños, muchos no hemos enzarzados en peleas o involucrados en actos de los que podíamos ser responsables hasta cierto punto. El hecho de sentir cierta culpa y el haber participado junto a otros en dichos actos, causó que a la hora de señalar al culpable, todos nos acusáramos unos a otros. El "no he sido yo" era la mejor defensa para algo que no tenía mucho fondo para prosperar.

De la misma manera parecen actuar los políticos españoles cuando intentan justificar la desastrosa prevención que se hizo del temporal de nieve que azotó el centro de España. Los colapsos en las carreteras de acceso a Madrid, la falta de sal en esas carreteras o el uso de máquinas quitanieves que no actuaron con la suficiente rapidez, son solo algunos de los hechos demostrables del que son responsables todas las administraciones públicas involucradas.

El Sr. Ministro Rubálcaba y la ministra del ramo justificaban su falta de previsión y admitian con cierta congoja que todas las administraciones eran responsables por los fallos que estaban ocurriendo. Sin poder justificarles, es quizás una buena noticia dentro de lo malo, el saber que algunos políticos empiezan a entender que echarle la culpa al contrario no soluciona nada, y mucho menos da una imagen de responsabilidad hacia los votantes.

El temporal ha perdido fuerza y las comunicaciones se reestablecen; quizás deberían de hacer lo mismo las distintas administraciones públicas y empezar a entenderse un poco mejor.

El traje del emperador

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No sé muy bien que pensar sobre los medios de comunicación españoles. Sirva como ejemplo la celebración de la Pascua Militar y su cobertura por la prensa, radio y televisión. Hay temas de los que hablar: la situación en Afganistan, los equipamientos de los que disponen nuestras tropas en el extranjero, el papel de las misiones humanitarias o incluso el nuevo código de conducta de las tropas. En fin, que haber, hay bastante sobre lo que elegir, y sin embargo, lo único que parece quedar de dicha celebración es, si fue o no apropiado el traje elejido por la ministra de Defensa, la señora Chacón.

Con tanta barbarie a nuestro alrededor, con tanta crisis económica y con tantos problemas sociales, qué veran los directores de los medios de comunicación en el mencionado traje que incluso ha conseguido que representantes de marcas tan importantes como D&G salgan en defensa -nunca mejor dicho- de la elección por parte de la ministra de Defensa.

La belleza del cuadro

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Recuerdo haber visitado varios museos en los que se exhibían cuadro de proporciones inmensas, y a los cuales y debido a la multitud en la sala, los tuve que observar desde una distancia muy cercana. Desde allí podía apreciar su magnitud, podía intuir el valor de obra maestra que se decía poseía, y valorar la ocasión de la que disfrutaba al ser testigo de aquella maravilla artistica. Pero al mismo tiempo, me dí cuenta de lo mucho que no era capaz de apreciar al estar tan cerca del lienzo. Sólo al retirarme a una distancia suficiente empecé realmente a darme cuenta de lo bello que era, de los detalles que había omitido aún cuando estaba a un metro de él, de todas aquellas cosas que no por estan enfrente de mi nariz eran más obvia.


Ese mismo sentimiento tengo hacía España. Llevo ya tantos años alejados que veo su belleza, su valor y su potencial. Y sin embargo, tan pronto atterizo en el aeropuerto de Sevilla, Madrid o cualquier otra ciudad española, me veo forzado a tomar esa posición cercana que tomé en el museo. Y no por gusto, sino por comodidad, ya que aquellos que me rodean estan tan "apegotonados" al cuadro que jamás han disfrutado de su belleza desde la distancia. El debate es nulo, la discusión baldía y el mal talante, apremiante.

La pena más grande es saber que sé tiene algo valioso en casa, pero sólo es apreciado fuera de ella. Así es mi España.