Que tendrá los políticos españoles que tanto les hierven la sangre. No hay día o mes que no tengamos que disfrutar del espectáculo vergonzoso de insultos, desprecios, acusaciones, infamias, falsedades y una letanía de otros muchos pecados que siempre son ajenos y nunca propios. Y, mientras tanto, la sociedad se contenta con unos cuantos programas de "reality", o con los cotilleos de quién o cuál, todo menos la seriedad que requieren los muchos temas pendientes en la España moderna.
No se habla de una manera dialogada de lo que se quiere o se desea como territorio nacional, interregional o de cualquier otra índole; se usa las leyes y la justicia como arma arrojadiza sin menosprecio a las consecuencias que ello trae. Pero de todos lo males, es el peor el de la falta de honradez en reconocer la realidad que se ve fuera pero no dentro. Todos los medios internacionales han descatado los problemas acuciantes a los que se enfrenta España, y aún asi, el gobierno se empeña en no reconocer la magnitud de la crisis, el partido de la oposición se osfuca en sus rabietas de partido con ansias de poder y los sindicatos se ciegan con sus deseos de autosalvación.
España es diferente, no hay duda, tanto que no se reconoce a si misma.
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